La cara y la cruz:
El sábado estuve en Ikea, me quedé sorprendido de como la gente se llevaba los lápices “a puñados” del dispensador. Por no hablar de los baberos de los niños disponibles en el comedor…
Por otra parte, en mi pueblo dejamos la puerta de la casa abierta, aunque no estemos en casa. Y puedes dejar la bici en la piscina e irte a casa a comer y luego volver que estará allí.
¿Nos habremos barbarizado al hacernos urbanitas?